En "The Last Human Job", Allison J. Pugh plantea un manifiesto sobre el trabajo humano, centrado en el "connective labor" que ningún algoritmo puede reemplazar. A través de estudios etnográficos, examina la importancia de conectar entre individuos, enfatizando que la humanidad se adquiere por el reconocimiento y el cuidado del otro. Critica la despersonalización por la automatización y aboga por valorar el trabajo relacional, especialmente en contextos de desigualdad.

